Toda su vida cambia 180 grados cuando, en un avión, conoce a un excéntrico vendedor de jabones llamado Tyler Durden (Brad Pitt). A diferencia del protagonista, Tyler no sigue ninguna norma o molde convencional; es crítico, anticonsumista, extremadamente seguro de sí mismo y siempre hace lo que quiere sin pedir permiso a nadie. En resumen, Tyler es un espíritu libre.
Como es de esperarse, el protagonista, ahogado en su absurda y monótona vida materialista, ve en Tyler a un semidiós capaz de vivir una vida llena de riesgo, aventura, desapego y sentido propio, donde nadie le dicta lo que tiene que hacer. Sin planearlo, inician un club de peleas para que hombres liberen la tensión de las exigencias opresivas del sistema económico.
En medio de la trama hay una mujer depresiva llamada Marla Singer, quien inicia una aventura sexual con Tyler. Mientras tanto, todos los otros miembros del club, incluido el protagonista, ven en Tyler a un maestro espiritual capaz de enseñarles cómo encontrar sentido a sus vidas dentro del sinsentido del mundo moderno.
Sin embargo, sucede lo inesperado: Tyler desaparece, y el protagonista se siente perdido sin él, puesto que, como todo “seguidor”, piensa erróneamente que lo necesita para vivir. Sale a buscarlo durante varios días; finalmente, lo encuentra en un hotel y lo confronta. Pero ahí, Tyler no tiene más remedio que revelarle la verdad. ¿Qué verdad? Una que el protagonista nunca se imaginó posible.
Tyler y él son una y la misma persona. Un shock de diez mil voltios directo a su cerebro: todo lo que pasó estuvo siempre en su cabeza. Él vendía jabón, él formó el club y él se acostaba con Marla Singer.